sábado, 1 de noviembre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 4)



Los Señores de la Guerra, con este episodio tenemos ya al cuarto de ellos. Junto con el segundo, este ocupa el segundo lugar entre mis favoritos. ¿Por qué? Tienen que ver su historia.


El cuarto Señor de la Guerra orco, uno que es el paralelo de los paladines y... oh, es cierto.

ALERTA DE SPOILERS, VEAN EL VIDEO ANTES. NO CREO QUE DEMORE TANTO.
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Como iba diciendo, trata sobre como los orcos tienen algo en que creer y es gracias a este clan, liderado por un orco llamado Kilrogg. La creencia que tiene este clan es la inevitabilidad de la muerte. Sí, todos temen a la muerte, pero ellos no, la aceptan como parte de la vida.

Kilrogg tiene un inicio bastante interesante como hijo de un alguna vez gran líder quien ahora, sin embargo, está postrado en no una cama sino su trono (hey, los orcos son huesos muy duros de roer). En fin, el principio es interesante pues vemos al orco recolectar agua tomando muchas precauciones, paranoico de todo. Se revela que su tribu se vio obligada a huir de su lugar natal, expulsados por un enemigo, su líder actual los mantiene escondidos y pocos salen a buscar medios para la subsistencia del resto. Al volver con su padre reclama estas condiciones, pero el padre insiste en seguir con el encierro. "A veces un líder debe de tomar decisiones duras por el bien del clan", dice tajantemente.


Y entonces, en una pregunta del hijo, se nos revela El Ritual. Una tradición en la cual aquel que se convertirá en líder debe de bajar a la cripta, sacarse un ojo, el cual dará a cambio de una visión del futuro: La visión de su propia muerte. El padre, al parecer, vio una muerte muy diferente a estar escondido y enfermo en medio de una oscura guarida. Kilrogg, por su parte, ve algo asombroso. Su pueblo luchando contra sus enemigos y ganando. Él al mando de todos y no parando ante nada, ni siquiera la muerte lo atemoriza, la acepta sin temor.

Cuando regresa con su padre, este se da cuenta que ha visto algo interesante, pero nota su pesar. El hijo revela la visión y luego, lamenta el hecho de que su padre no estuviera en ella... antes de matarlo. Aquí es donde la frase antes dicha por el padre cobra sentido: "A veces un líder debe de tomar decisiones duras por el bien del clan". Creo que el padre no podría sentirse más orgulloso, en especial porque con su último aliento, explica que ESA fue la muerte que él vio.

Kilrogg sale y dirige a su clan a la victoria...

Me agrada la idea de sacrificar un ojo por conocimiento, es algo que se remonta a la mitología nórdica, cuando Odín dio el suyo para beber de la fuente del conocimiento. Además, muy pocos usan de ventaja el hecho de saber que morirán. Si sabes cuando vas a morir, eso quiere decir que nada hasta ese momento te matará, así que, ¡tienes que tomar ventaja de ello!

Y con esto tenemos al cuarto Señor de la Guerra... ¿Qué les pareció?

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 3)

¡Yuju! ¡Es miércoles! Es practicamente mitad de la semana y momento de poner algo interesante mientras más nos acercamos a Halloween. Y lo que tenemos hoy la historia del tercer Señor de la Guerra: Durotan.


Ok, a estas alturas ya deben de saber que primero deberían ver el video pues lo que sigue es básicamente un spoiler tras otro, pero, por precaución...

¡ALERTA DE SPOILER! ¡MIREN EL VIDEO PRIMERO! (Y tengan un pañuelo si creen que podrían necesitarlo)
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Esta historia es triste...

Es sencilla y llanamente triste...

Apenas leí el nombre de Durotan supe que sería una historia interesante de ver pues se trata del padre de uno de mis personajes favoritos en el juego: Thrall, un poderoso chamán orco que lidera a la horda en los juegos.

En fin, de vuelta con Durotan. La historia empieza cuando la madre del joven orco es mordida por lagarto y queda en lo que parece ser un coma profundo del cual podría o no despertar. La discusión que prosigue revela lo corto de carácter que es el joven Durotan, a pesar de pertenecer a un clan que se precia de controlar sus emociones. Y sí, es interesante ver que existe un clan así en una especie que es muy conocida por ser salvaje y brutal. Saber que existen elementos de su sociedad que son más autocontrolados es un dato interesante.

El nudo es interesante, Durotan y su fiel lobo, Colmitormenta, se quedan a vigilar la madre del primero, dejados atrás por el resto. Vemos llegar al primer lobo y, aunque lo derrotan, saben que pronto estarán rodeados de una manada entera.

Todo el climax es brutal. La forma en la que las imágenes se ven tan dinámicas es digna de apreciar. Vemos allí a Durotan perder por completo el control, se ve cegado por la ira y acabar con todos los animales... sólo la voz de su madre lo saca de ese frenesí. Es entonces que finalmente ve lo que ha hecho: sangre en sus manos y el cadáver de su fiel compañero, el lobo, frente a él. Lo que su madre le dice luego no hace las cosas mejor: "Habría preferido morir a ver a mi hijo convertirse en un monstruo".

El hecho de que Durotan eligiera usar la piel de Colmitormenta es genial, quizás algo pertubador para algunos, pero a mí me parece la mejor manera de recordar lo que puede pasar cuando nos dejamos cegar por la ira... una lección que el Jefe de Guerra nunca olvidaría.

Nos leemos...

sábado, 25 de octubre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 2)

Y siguiendo con la mini (¿micro?) serie de Los Señores de la Guerra, tenemos hoy una historia genial sobre el segundo líder: Grommash.



¡ALERTA DE SPOILERS! VEAN EL VIDEO (De nuevo, no dura más de seis minutos, creo que podrían tomarse el tiempo)

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La historia de Grommash es una genial. Ya desde que empiezan a narrarla nos percatamos de que está en una situación precaria, atado a un tronco de árbol en medio del desierto con el líder ogro frente a él. Me agrada la forma en la que alternan la historia de cómo llegó a ese momento junto con los días que pasa atado al árbol seco.

El antagonista es interesante. Los ogros tienen la fama de ser idiotas, pero este es bastante refinado y un experto en quebrar a sus víctimas. Podemos ver la forma en la que intenta desmoralizar a su víctima en cada día que lo visita. Se nota que disfruta cada momento y que no es la primera vez que hace esto. Sólo quiere una cosa: la satisfacción de que su víctim le pida morir.

Grommash por su lado también tiene sus momentos geniales. Seguro el momento más intenso es aquel en el que está junto a Golka (su pareja) y ésta le pide morir como guerrera (con el acero) cosa que él se rehusa en cumplir. Quizás su reacción parezca extrema, pero, según lo entiendo, Grommash no se ofendió porque ella fuera a morir sino por el hecho de que ella, al igual que sus otros guerreros, se había rendido. "Un grito de Guerra escupe en la cara de la muerte", es lo que él dice. Y cuando volvemos a la segunda ocasión de él atado al árbol, ya másdelgado y débil, nos damos cuenta que él sí es consecuente. No piensa pedir la muerte.

El clímax es estupendo. No podemos culpar al jefe ogro por realmente creer que lo había logrado. Grommash estaba tan raquítico además de que, tal y como le dijo, en ese momento no le quedaba nada. El ogro tenía más de una razón para estar seguro de que Grommash por fin se había dado por vencido y que pediría que lo matara. Tan confiado está que se acerca a él, acerca su oído a la boca de Grommash esperando oír las palabras que tanto anhela sin darse cuenta que ese es el plan del orco.

"Este lobo... este lobo aún tiene... ¡DIENTES!", son las palabras de Grommash antes de morderle el cuello y matarlo. Sin duda no fue problema para él deslizarse fuera de las cuerdas con lo flaco que estaba, ni recuperar sus fuerzas comiendo el cadáver del jefe ogro. Dicen que basta una gran historia para crear una leyenda... Ese día Grommash Grito Infernal creó la suya, la leyende del Jefe de Guerra con la voluntad de hierro.

Nos leemos...

miércoles, 22 de octubre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 1)

No, no es una historia que he creado es, en realidad, un pequeño análisis a cada uno de los video de la miniserie (incluso la llamaría Micro-Serie) Los Señores de la Guerra.

Creada previo al estreno del último juego de World of Warcraft, esta serie de videos nos aclaran el origen de cada uno de los jefes de la temida Horda de Hierro, un grupo de orcos que vienen de un pasado alterno luego de que uno de ellos (hijo de uno de los líderes) regresara a cambiar la historia, lo cual ha creado un mundo alterno, pero con la Horda buscando invadir el futuro usando armas y tecnología muy avanzadas para su época.

Dejando de lado ese confuso (y algo interesante para un mundo de fantasía épica) punto de lado, empezamos con el que, en lo personal, es uno de mis relatos favoritos:


¡ALERTA DE SPOILERS! VEAN EL VIDEO (en serio, está aquí mismo y no dura más de seis minutos)

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Esta es mi historia favorita entre los Señores de Guerra, en serio. Tiene todo lo que me agrada de una historia. Primero, un protagonista que vive una vida difícil, y cómo no, es un esclavo. Lo vemos debatirse con el grillete en su mano izquierda para alcanzar una roca. Hace un esfuerzo tan grande, pero se nota lo dificil del acto. Se nota su impotencia y cólera. Debe haber otra salida.

Entonces se presenta la esperanza de una promesa. En este caso, matar a otros cien orcos en un combate en la arena en un torneo de gladiadores. Vemos al protagonista rompiéndose el alma para lograr el objetivo (aunque la animación lo hace ver como que le fue algo sencillo) y, contra todo pronóstico, logra superar el reto. Ha ganado su recompensa... y todo resulta ser mentira. ¡Giro inesperado! (Ok, no tan inesperado si sabes que los ogros son unos malditos que nunca cumplen su palabra).

Es lo que sucede en el clímax lo genial. ya habíamos visto en un inicio a Kargath luchar por agarrar esa roca, sabemos que está fuera de su alcance, pero es el momento de dar el todo por el todo. El orco no sólo logra agarrar la piedra sino que toma la determinación de nunca más ser un esclavo. Es entonces que se da cuenta de que la piedra no podrá romper el acero, pero sí destrozar la carne. Es un momento intenso y brillantemente representado sin mostrar demasiada sangre, sabemos lo que hace para liberarse y vemos el resultado final. Kargath es libre y apenas se pone en pie para retirarse, vemos a los demás orcos salir de la oscuridad, viéndolo, sin duda lo que acaban de presenciar es algo que nunca esperaron ver.

Kargath no sólo consigue su libertad sino la de todos sus compañeros. Todos destrozando sus manos para liberarse. Sé lo que pensarán: que después del tercer o cuarto orco que se hubo liberado no era necesario que el resto se cortara la mano. Pero luego noté que esa mano era el símbolo de su esclavitud, esa mano era la que tenían atada a los grilletes que los mantenían prisioneros. Cortándolas, desponjándose de ellas compraron su libertad y se aseguraron que no serían los esclavos de nadie.

Y eso, amigos, es un mensaje poderoso. Y tan sólo es el primer Señor de la Guerra. El segundo es una historia igual de intensa.

Nos leemos...

jueves, 25 de septiembre de 2014

El guerrero y el mago (parte 12)

En muchas circunstancias, tratar de entrar a un lago lleno de no sólo muchos guerreros hostiles sino de un poderoso hechicero de otro mundo no es la mejor de las ideas. Pero traten de explicarle eso a un militar determinado.

El Coronel vuela al punto de salida de los batracios en el lago. El místico llamado Espejos sigue revolviendo el agua en los alrededores con giros cada vez más cerrados. El mago no puede evitar notar al militar y tras lanzar algunos soldados invasores fuera del camino se apresura el deslizarse hasta alcanzarlo.

—Coronel, ¿necesita ayuda con algo?
—Espejos, ¿verdad?
—Así me dicen.
—¿Puedes sacar al sapo del agua? —pregunta el Coronel mientras manipula algunas varas de metal en el área central de aquella zona.
—No creo, algo me impide manipular el agua aquí—explica el místico—. Pero quizás indirectamente. Aunque necesitaré ayuda de Misti.
—Entonces consíguela—ordena el militar mientras introduce sus varas como lanzas y empieza a revolver el agua—. Si lo sacamos a él. Entonces habremos terminado con todo.

Espejos asiente y levantando su cayado lanza una seña de luz que estalla en el aire captando la atención de su compañera, quien en ese momento está al lado de Uros conteniendo a un grupo regular de soldados que parecen tener algo de agua almacenada dentro de sus gargantas.

—¿Qué es eso? —pregunta el manipulador de tierra mientras se escuda de un chorro y luego lanza piedras a toda la fila frente a ellos.
—Una señal de mi compañero—responde ella mientras empieza a moverse por entre sus atacantes lanzando bolas de fuego que se esfuman al impacto—. Debo ir.
—Les daré una mano.
—Aún debemos derrotar a estos.

Por toda repuesta, Uros golpea la tierra con su pie derecho y pilares sólidos se proyectan desde el suelo, dispersando a todo el grupo que los rodeaba.

—¿Por qué no hiciste eso desde un inicio?
—Quería tenerlos distraídos. Pero creo que lo tuyo es más importante.

Misti le sonríe y ambos se encaminan a la orilla. Uros desplaza un poco de tierra para usarla a modo de tabla de surf. Más de los batracios hacen su aparición saliendo del agua intempestivamente. El viejo místico que los acompañaba entonces cae frente a ellos y tras chasquear sus dedos, hace que los soldados salgan volando en la dirección opuesta a la que se estaban lanzando.

—Yo los contengo—les dice con serenidad—. Ayuden a todos.

Uros asiente y Misti se pega a él sobre la roca para deslizarse hasta el punto donde Espejos y el Coronel se encuentran apartando a los corpulentos soldados que emergen del agua.


Apu Cápac por su lado sigue pasando por el campo de batalla inmovilizando oponentes con ataduras de luz y volviendo su cuerpo neblina para eludir los ataques. Puede percibir a lo lejos a sus compañeros reuniéndose en el lago al lado de El Coronel.

—Espero que no sea lo que me imagino—murmura para sí.

Un soldado salta contra él, cuchillo en mano, pero el mago no tiene ni que mirarlo. Un simple escudo de energía lo rechaza con suma facilidad y él sigue avanzando hacia donde se encuentra la joven llamada Wayra mandando a volar a varios personajes con un ciclón que genera a su alrededor. Ella lo ve aproximarse e inclina la cabeza respetuosamente.

—Wayra, es un gusto verte—dice Apu Cápac por toda respuesta—. Pero de momento necesito que te asegures que no haya gente fuera del domo. Estoy seguro de que a estas alturas ya ha llamado la atención de más de uno y que seguro se están acercando.
—De hecho sí, había gente siguiéndonos—comenta ella—. Pero creo haberlos dejado atrás.
—De todos modos, agradecería que te aseguraras que nadie entre o esté cerca, esto puede estar a punto de ponerse muy peligroso.
—Sí, señor—responde ella y de una alto se eleva en una corriente de aire hacia el exterior.

Apu Cápac entonces nota a joven teniente que hacía un momento estaba junto El Coronel. Parece tener problemas en mantener un grupo de soldados bajo su control, pues aunque están inmóviles no hacen nada contra un segundo grupo que pasa por su lado sin recibir respuesta alguna. El mago entonces se lanza hacia ellos, inmovilizándolos con una atadura conjunta y luego gira hacia el joven.

—¿Está bien?
—Sí, es sólo que no estoy al 100%—comenta el Teniente mientras parece tener la mirada perdida en la superficie lago—. Sigo intentando dar con Manutak. El Coronel quiere que intente aturdirlo para que no se defienda.
—Debes tener cuidado, estoy seguro de que él no tomará una intromisión en su mente nada bien—mira a sus compañeros reunirse con El Coronel—. ¿Dices que lo atacará?
—Sí, quiere acabar con esto de una vez y… espere, lo tengo está…—sus ojos se abren de par en par—. Oh, demonios. Quiere matar a todos y… AHHHHHH…

El joven se lleva ambas manos a la cabeza y de pronto su nariz empieza a sangrar. Tras una ligera sacudida cae al suelo aún con los ojos abiertos y moviéndose en todas direcciones. Su respiración se vuelve muy agitada. El mago de inmediato lanza un hechizo con su mano libre que frena en movimiento de sus ojos, luego apunta con su cayado al pecho del militar y esto regula su respiración. No obstante, éste parece haber quedado desmayado.

—Oh, no…—dice al percatarse de algo gira intentando llamar la atención de sus compañeros, pero otro grupo de soldados emerge—. Esto no es nada bueno…

El grupo se lanza a atacarlo, él sólo se defiende. No sin antes lanzar una esfera de luz al cielo que estalla como fuegos artificiales aunque sin hacer mayor ruido.


En medio del lago, el grupo de místicos parece estar concentrado en el punto que el Coronel ha marcado con sus varillas metálicas. Espejos parece rezar, con sus manos entrelazadas y cabeza agachada. Misti se ha sentado en la roca que Uros mantiene sobre el agua y este último parece algo intranquilo entre ellos. Entonces ven la esfera de luz que Apu Cápac ha lanzado.

—Creo que necesitan ayuda allá—comenta Uros girando a ver al grupo de soldados atacar al mago.
—Sí, creo que Apu Cápac tuvo una charla con tu amigo—comenta Misti mientras se pone en pie—. Creo que esa es una señal de precaución. Quizás debiéramos…
—Lo tengo—dice Espejos abriendo los ojos y separando las manos—. Está aquí y creo poder mover el agua ya.

Mira a El Coronel y a su colega. Ella luce algo insegura.

—Hazlo—ordena el militar con tono severo.

El hechicero de pie en el agua abre ambas manos en una mímica digna de patriarca bíblico y al momento esta se abre en un inmenso remolino quedando él en el aire con El Coronel a unos metros y con Uros y Misti sobre la roca.

Sin embargo, a pesar de haber despejado toda el agua es posible ver en el lecho del lago una burbuja de agua en la que Manutak aún parece estar concentrado en algún hechizo. El agua está tan turbia que no se percibe lo que hay dentro, sólo se aprecian corrientes de diversos tonos de purpura desplazándose.

—Hay que romper eso—ordena El Coronel.
 —Me temo que necesitaré tu roca, amigo—comenta Misti mientras empieza a concentrar fuego en su manos.
—¿Dónde vamos a pararnos entonces?—pregunta Uros, comprensiblemente preocupado.

Su respuesta llega al segundo siguiente cuando El Coronel los envuelve con metal alrededor de la cintura para mantenerlos en el aire. Al momento siguiente Misti pone sus manos en la roca la cual empieza a agrietarse en varias partes de las que escurre magma. Una vez todo está ardiendo ella hace un ademán y lanza todo contra la esfera de agua.

—Creo que sería buena idea apartarnos—dice ella mientras la roca ardiente se acerca a su objetivo.

Todos entonces se alejan del lugar y cuando la roca impacta se produce un gran estallido que arroja vapor de agua y fragmentos de roca. Pero pronto se hace evidente que su ataque no tuvo el efecto deseado cuando Espejos opta por volver a soltar el agua y deslizarse sobre su superficie a toda velocidad hacia ellos.

—Fue muy tarde—dice mientras se les acerca.

De entre el agua emerge un inmenso ser, un colosal elemental de agua oscura con la forma de un inmenso sapo humanoide. Parado sobre su cabeza está Manutak ondeando su báculo y apuntando a sus oponentes.

Apu Cápac mira al elemental por unos segundos y se pone de pie. Justo en ese momento regresa la joven manipuladora de viento.

—Santo Dios—dice mirando al sapo gigante de agua y luego se percata en el el teniente tirado en el piso—. ¿Qué le pasó?
—Estará bien—dice el mago mientras termina de conjurar unos hechizos sobre el joven—. Protégelo hasta que recupere la consciencia. Tenemos un sapo que derribar.

Y tomando forma de niebla, Apu Cápac se desplaza hasta su enemigo.

Este es el momento donde se define la verdadera fortaleza de una persona… y realmente muchas te sorprenden…
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Y se acerca la batalla final. ¿Podrán derrotar a la creación de Manutak? ¿Vendrá algo peor? Todas las respuestas en la siguiente parte...

Nos leemos...

martes, 23 de septiembre de 2014

Notas: Oh, rayos, como vuela el tiempo.

De seguro se preguntarán, ¿por qué Edwin no ha actualizado nada en dos meses? Pues simple y sencillo. Hace un mes estuve de viaje por unas 3 semanas, realmente fue un viaje espectacular y revelador, pero que me consumió mucho del tiempo libre, además del hecho de que estuve desconectado del mundo por todo ese tiempo. ¿Y que he hecho en todo el siguiente mes? Pues he estado trabajando... y aunque eso realmente no es excusa para no seguir escribiendo si me ha interrumpido los horarios que usaba normalmente.

Pero como nada dura para siempre, ya he encontrado una ventana para seguir escribiendo y por eso mañana mismo seguiré poniendo lo que falta de la historia.

Y para que no se quede en algo random, algunas fotos del viaje:

Es solo una montaña...
Son fetos de alpaca disecados... lo sé, creepy...
Y el resto lo tengo en video, que está tomando siglos en subir, así que mientras lo convierto, ¡tengan un buen día!

Nos leemos...

jueves, 24 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 11)

La tensión es palpable en el campo de batalla, los soldados de Manutak lucen algo intimidados a pesar de que los recién llegados apenas son cinco. El hechicero batracio es el primero en iniciar el ataque, pero Apu Cápac crea un escudo que bloquea su hechizo y luego lanza una ráfaga que lo desarma. Manutak no lo espera, lanza su lengua para recuperar su báculo y salta detrás de sus filas, sus corpulentos soldados salen al frente.

—Tu apertura, Coronel—comenta el mago.
— ¡Ataquen! —ordena el aludido con su voz más autoritaria.

El joven de terno es el primero en entrar al combate los soldados saltan hacia él, pero éste sólo fija su mirada en ellos y ellos caen a diferentes lados sin acertar a él Luego se ponen de pie y empiezan a luchar entre ellos. Cuando otro grupo intenta acercarse el primero se da media vuelta y se lanza contra éste causando aún más confusión.

Por otro lado la chica de pelo negro chopa de lana crea vórtices y fuertes ráfagas de viento que usa para derribar a todos sus oponentes con efectividad. Incluso un grupo entero cae fácilmente cuando crea un pequeño tornado que los manda a volar con bastante facilidad.

Finalmente entre los últimos llegados están tres personas: dos de ellos son hombres, uno ya con el pelo canoso y barba gris mientras que el otro relativamente más joven tiene el pelo marrón claro y usa un par de lentes de montura delgada, la otra es una chica de al menos uno 30 años y estatura media. Todos comparten ese aire tranquilo de gente que ha contemplado cosas peores.

El más viejo se lanza contra el grupo de los soldados de élite quienes empiezan a hinchar sus gargantas. Este no se detiene y sigue avanzando como si nada. Entonces los soldados sueltan su atronador grito, pero el efecto de este parece detenerse antes de llegar al sujeto, a medida que avanza parece que algo lo protege e impide que el devastador efecto sónico lo toque si bien si daña el suelo y hace ondular el aire.

Cuando finalmente llega a pocos metros de él, levanta una de sus manos y chasquea lo dedos. De él brota una onda de sonido que golpea a todos los corpulentos soldados y los manda a volar de vuelta al agua. El hombre sólo sonríe ligeramente, aunque al momento siguiente luce preocupado al notar como salen más y más soldados si bien estos son golpeados por ráfagas de aire, tierra que mueve Uros o pedazos de metal que lanza El Coronel.

Los dos sujetos que quedan se acercan a Apu Cápac. Este los saluda con un gesto de su cabeza.

—Saludos Apu Cápac—dice la chica mientras se inclina ligeramente—. ¿Cuál es la situación?
—Hola Misti, hola a ti también Espejos. Gracias por venir. Hay un portal hacia un mundo más allá del nuestro—explica el mago.
— ¿Uku Pacha? —pregunta el llamado Espejos.
—No, un verdadero mundo alterno—prosigue Apu Cápac.
— ¿Has probado sellarlo? —pregunta la chica llamada Misti.
—No es posible desde este lado, alguien tendría que ir al otro para sellarlo definitivamente.
—Ya veo, bueno, entonces, alguien tendría que sacrificarse—comenta Misti.

Se guarda un momento de silencio entre los tres, o al menos uno relativo por los ruidos de combarte que llegan de todos lados.

—Por cierto, ¿has notado que un grupo de los soldados está moviéndose hacia la parte más profunda del lago? —interviene Espejos.
—Quizás se vea como un domo, pero esto es una esfera. No podrán salir ni aunque excavaran en la tierra—explica Apu Cápac—. Al menos mientras siga vivo.
—Descuida, te cuidaremos la espalda, hermano—comenta Espejos.
—Así es, para eso estamos los místicos—afirma Misti.

Justo en esos momentos un grupo de soldados saltan sobre ellos de la nada, intentando cogerlos lanzando sus lenguas. Misti es la primera en moverse ondeando sus manos con lo que se alza un muro de fuego que disuade a los soldados de proseguir su ataque. Luego espejos extrae de la nada un bastón tallado de una rama y lo golpea contra el suelo, de este emergen raíces que atan a los atacantes dejándolos inmóviles.

—Bueno, ¿cuál es el curso de acción ahora? —pregunta Espejos, como si nada acabara de pasar.
—Avancemos, encontremos a Manutak y procuremos retornar a los que están en este lado hasta su mundo sin herirlos—comenta Apu Cápac—. Entonces, veremos cómo cerrar ese portal de una vez por todas.
—Veo que El Coronel está aquí—comenta Misti—. No creo que él siga lo de “sin herirlos”. De hecho, yo misma tendré problemas con ello.
—Entonces procura no matarlo—dice el mago.
—Como digas.

Misti entonces se rodea con fuego y se lanza contra los soldados más cercanos lanzando bolas de fuego a diestra y siniestra si bien intentando no darles directamente. Espejos, por su lado se une también a la lucha, deslizándose al agua y empezando a esquiar sobre la superficie mientras manipula un poco para crear olas y remolinos que usa para sacar a la superficie a los soldados que están sumergidos.


En tierra firma la batalla prosigue mientras el joven de terno sigue manipulando a cada soldado para que luchen entre sí. Sin embargo pronto un soldado logra llegar a él e intenta usar uno de los cuchillos de cerámica para atacarlo. Por toda respuesta saca una pistola y le dispara en el pecho. No obstante, no hay daño pues la armadura del batracio es suficiente para detener la bala.

—Oh, mier…—empieza a decir, pero el batracio es lanzado hacia atrás si bien algo dificultosamente. Al momento siguiente la bala sale de la armadura y vuelve a golpearlo con más fuerza, atravesando finalmente la protección.
—Coronel—dice el joven notando al militar acercándosele y haciendo un saludo militar.
—Teniente, estoy retirado, ya no tengo rango—comenta El Coronel—. Pero, tengo una duda, ¿qué hace usted aquí?
—Ehhh… Vacaciones… Estaba visitando Cuzco.

El Coronel mira hacia el otro lado en el campo de batalla donde la chica con la que el Teniente vino sigue lanzando ráfagas contra sus oponentes y manteniéndolos a raya.

—Veo que ha mejorado—comenta el Coronel mientras alza el vuelo—. Y usted debe ser más cuidadoso.
—Lo haré, señor.
—Ahora, dime ¿dónde está al que llaman Manutak?

El Teniente se concentra y busca entre toda la algarabía y soldados mientras El Coronel aleja a los que se acercan usando piezas de metal que tiene aún a su alrededor.

—Lo encontré—dice el Teniente alegre consigo mismo—. Está dentro del lago.
—Vamos por él entonces.

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¡Nuevos personajes! Eran necesarios para la batalla pues no sería creíble que solo 3 detuvieran a todo un ejército. Aún así deben concentrarse en cerrar el portal. Y siento que esto se está pareciendo cada vez a Los Vengadores, lo cual no era mi intención.